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Els mil i pico

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: : Opinió > Des d'aquí mateix | 15·06·2011

Indignaos. El silencio de los corderos

Paco Torres |

El silencio de los corderos, en España (El silencio de los inocentes, en Hispanoamérica), es una novela (1988) de misterio y terror, original de Thomas Harris. La obra fue llevada al cine en 1991.

Misterio porque muchos de nosotros no sabemos a ciencia cierta cuando cerraran las puertas de nuestros puestos de trabajo y terror, porque si lo hacen pasaremos a formar parte de los más de 5.000.000 millones de parados.

Misterio porque no sabemos cuando el banco decidirá quedarse con nuestras escasas pertenencias ganadas como bien, decían nuestros abuelos “con el sudor de la frente”.

Terror porque sabemos que si lo hacen pueden conseguirlo, puesto que las leyes de este país se lo permiten.

A Starling la llevaron a vivir a una granja ganadera de Montana, de la que muy pronto se escapó horrorizada cuando fue testigo de que sacrificaban a los corderos. El título del libro se refiere a que ella se ve acosada por los gritos que oyó de los corderos. Starling cree que si puede salvar a la gente de Buffalo Bill, los gritos se pararán.

Con nosotros también quieren hacer algo parecido, pretenden llevarnos a sus granjas de producción y beberse plácidamente cuando los calores aprieten esta sangría de derechos sociales. Pretenden, con el hurto de la libertad económica, impedir que tengamos un trabajo digno y ganar un sueldo decente.

Porque el sentimiento de impotencia social que nos invade está permitiendo a políticos banqueros y otros trepas pensar que soportaremos cualquier abuso ya que creen que somos incapaces de reaccionar con voluntad propia.

Han sido dos ancianos de 94 y 93 años quienes animaron a los jóvenes a que salieran a las calles, a que tomaran las plazas, para reivindicar su derecho al trabajo, a la sanidad pública, a la educación de calidad para todos, a las futuras pensiones, que ven imposibles, convencidos de que no lograrán cotizar los años que exige la ley para poder cobrarlas.

Un día, miles de Starling salieron a las calles creyendo que si podían salvar a la gente de esta sangría de derechos sociales, la desigualdad, la impotencia, el desánimo generalizado de muchos de nosotros dejarían de estar presentes en nuestras vidas.

Un día, miles de Starling ocuparon las plazas y decidieron plantarles cara a los Buffalo Bill de este mundo.

Ese día muchos jóvenes pasaron de la impotencia a la indignación. Rotulador en mano escribieron sus peticiones voz en alto clamaron… basta ya, queremos tener voluntad propia, queremos dejar de mirar a nuestros zapatos mientras las bombas silenciosas del poder silban por encima de nuestras cabezas.

Los no tan jóvenes nos indignamos en el taxi y en la barra del bar, ellos le plantan cara a una ministra si creen que una ley es injusta y se enfrentan a los bancos o a quien haga falta para defender la libertad de información.

Todavía hay muchos corderos en silencio, corderos capaces de salir en masa para celebrar que un equipo de fútbol ha ganado una copa .Corderos en paro que en el sueño de su razón fabrican monstruos. Derrotados por el sistema y temerosos de la verdad se escudan en el “no conseguirán nada así” y siguen arreglando el país en la barra de un bar, en la panadería, en el súper mercado y cuando les dices, por qué no vas con los jóvenes y les explicas tus ideas. Te miran cómo sorprendidos y te contestan: – Yo!?, conmigo no va esto!, como si lo que esta pasando no les afectara a ellos, a sus familias, a sus amigos.

El asesino novelesco Hannibal Lecter adquirió su gran éxito mundial al ser su historia llevada al cine por Jonathan Demme en El silencio de los corderos, encarnado por Anthony Hopkins.

Normalmente, resulta difícil utilizar algún calificativo para referirse a él, ya que a lo largo de la saga hay quienes afirman que no existe palabra que lo describa… excepto “monstruo“.

También entre estos corderos están los Hannibal Lecter maestros de la oportunidad que han hecho de la necesidad, la desgracia y la mala fortuna de muchas personas un estilo de vida, fabrican sigilosamente los peldaños que les permiten instalarse en sus atalayas arañando opíparos sueldos a costa de la miseria ajena.

Estos profesionales del mal ajeno aprovechan cualquier ocasión para colarse por las entreabiertas puertas de las buenas intenciones.

Lobos con piel de corderos que no dudan ni un momento en ponerse al frente de una pancarta un día X en un simulacro socializado llamado manifestación.

Estos Hannibal Lecter han pasado de la convicción de tener unos principios a la profesionalidad de estos convirtiendo dichos principios en saldos positivos en sus cuentas corrientes que les permiten llevar desahogadas vidas donde la imagen esta por encima de todo por eso siempre están ahí, justo en el momento de la foto. Y a otra cosa mariposa.

En estos días muchas personas honradas trabajadoras luchadores del pan de cada día se han concentrado en la casa del pueblo para dar ánimos y soporte a estos héroes anónimos y el sentido generalizado al ver las vallas y las fuerzas del orden público en la puerta de la casa de todos ha sido el siguiente: Me siento como si hubiera invitado a alguien a casa y al mínimo descuido me ha cambiado la cerradura de la puerta dejándome en la calle.

Por último y para terminar, quisiera decirles a tod@s aquellas personas que de momento viven bien; que todavía tienen sueldos que les permiten seguir con sus proyectos de vida, que sean solidarios, que piensen, que seguro tienen un familiar, un amigo, un vecino que se encuentra en una situación precaria; dejemos de ser egoístas, dejemos de pensar en nosotros mismos, dejemos de retroalimentar con nuestro silencio a aquellos que nos están llevando a la ruina.

Gracias.

Paco Torres és veí de de Ter
Nota: Si queréis, podéis leer solo las palabras que están en negrita.

«Primero te ignoran. Luego se ríen de ti.
Después te atacan. Entonces, ganas
(Mohandas Karamchand Gandhi)

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