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dilluns, 09 juny de 2025 | 3a Època | Edició núm. 16.199 | Pla de Ter (Gironès)

Els mil i pico

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Paco Torres Monsó i Pep Admetlla, en una imatge d'axiu FOTO: EL DIMONIPaco Torres Monsó i Pep Admetlla, en una imatge d'axiu FOTO: EL DIMONI
: : Cultura > Escultura | 06·06·2005

Es difícil ser escultor en Girona

Jaume Fabre |

El Ayuntamiento de Girona se ha convertido en una máquina de recaudar y de conceder licencias de edificación. Al Plan General de Ordenación Urbana se le caen las hojas de tantas modificaciones a que es sometido. La última recalificación, la de la Plaza de toros de de Ter. Y las que vendrán. Las máquinas excavadoras y taladradoras atronan el aire y las grúas configuran el nuevo sky line ciudadano. Ninguna calle queda libre. La ciudad se va deshumanizando. El arte público se considera gasto suntuario, no aportación cultural ni embellecimiento de la ciudad.

Lejos quedan ya los días de la campaña municipal de esculturas en la calle, cuando la imaginación de Joaquim Nadal hizo posible, en la década de los ochenta y primera mitad de los noventa, que las calles y plazas se llenaran de esculturas de autores consagrados como Andreu Alfaro, Marcel Martí, Josep Maria Subirachs, Enric Pladevall, Gabriel, Fornells-Pla, Leonci Quera, Rosa Serra, Xicu Cabanyes, Ramon Cuello… y que los autores locales tuvieran también una oportunidad de hacerse presentes: Torres Monsó, Emília Xargay, Domènec Fita, Pia Crozet, Ramon Maria Carrera. Luego, sólo cemento, edificios cada vez más altos, tránsito cada vez más agobiante con un transporte público fantasma, que no se sabe dónde va ni a qué hora pasa. Si alguna zona verde ha salpicado esa ciudad que crece cada vez más despersonalizada, ninguna escultura ni monumento ha merecido el honor de encontrar allí emplazamiento.

El parque de las Casernes, una de las más recientes zonas urbanas, tiene césped, árboles, bar y un estanque sin agua, pero ni una sola obra de arte. Los pisos construidos alrededor dan a calles de una frialdad gélida. Si algún edificio con relieves en la fachada daba una nota de arte a las calles grises, ha sido derribado para dar paso a escaparates de franquicias o fachadas de una pobreza arquitectónica apabullante.

El más importante escultor de la ciudad, Torres Monsó, tendrá pronto la posibilidad de exponer en una institución municipal, junto a Pep Admetlla, el mejor entre los jóvenes

Pero hace muchos años que ni el uno ni el otro pueden aportar nada de arte público a la ciudad. A ellos, como a los otros, no les ha quedado otra solución que emigrar con su obra. Han tenido suerte de que en otras ciudades les han encargado esculturas para decorar nuevas zonas urbanas. Barcelona ha sido uno de los destinos. Aun así, hay pocas obras de escultores de Girona en las calles y plazas de Barcelona.

La mejor escultura en la calle del veterano Torres Monsó, las Lletres toves, ha sido desmontada a causa de una de las innumerables obras de urbanización con que se tortura la ciudad de Girona. Su otra mejor obra de arte público está en Barcelona: El llarg viatge, situada tres meses antes de que empezaran los Juegos Olímpicos en el cruce de la rambla Prim y la rambla Guipúscoa, sin duda las dos vías urbanas que más han hecho por transformar a mejor suburbios antaño degradados. Es una obra monumental, de seis metros de altura, situada en un estanque de 60 metros de largo. En Girona, Pep Admetlla sólo tiene una obra, en el cementerio nuevo. En Barcelona, es autor de un monumento a Manuel Carrasco i Formiguera, el político democristiano fusilado en Burgos en 1938. Está situado desde el 2003 en la plaza Adrià y lo forma un cubo de la altura de una persona que tiene agujeros por los que se puede mirar y ver o bien el cielo o bien un árbol con un estanque detrás. El escultor concibió también la reforma del pavimento de la plaza, en el que aparece grabada una frase de Carrasco i Formiguera.

Otro artista nacido en Girona que diseñó un pavimento para un espacio público en Barcelona es Joan-Josep Tharrats, que en 1967 concibió el suelo del Mirador del Alcalde, en Montjuïc, con un aspecto que enlaza con la tradición gaudiniana. No hay en Girona ninguna obra pública de Tharrats, uno de los fundadores de Dau Al Set, que fue esencialmente pintor, pero que trabajó también en escultura, diseño, escenografía y joyería.

Tampoco hay ninguna obra pública en Girona de Lluís Bosch Martí, uno de los artistas más singulares que ha producido la ciudad. Nacido en 1941 en la calle Força y muy comprometido en causas sociales y políticas, adquirió notoriedad en 1969 por la destrucción por un grupo ultraderechista de una polémica pintura mural que había realizado en el ábside de la iglesia de Palau Sator. En Barcelona tiene tres grandes murales cerámicos situados en el vestíbulo de la estación de Sarrià de los Ferrocarrils de la Generalitat, agrupados bajo el título de Cosmologia catalana e inaugurados en 1976.

Otros artistas de Girona con obra pública en Barcelona son la ceramista Ester Palomer, coautora de los murales cerámicos realizados en 1966 en la rotonda subterránea de la plaza Catalunya por alumnos de la Escola Massana a las órdenes de Francesc Albors; Domènec Fita, autor de una escultura del padre Benito Menni en el los jardines del hospital de Sant Rafael, y con varias obras en Girona, y Pia Crozet, que realizó una escultura para el nuevo edificio del Instituto Francés, actualmente en restauración. En Girona tiene un monumento dedicado a Josep Pla.

Vale la pena recordar, también, que Barcelona tiene una alegoría monumental de Girona situada en la plaza Catalunya. Es obra del barcelonés Antoni Parera, autor también de una de las esculturas públicas más populares de Girona: el monumento a las víctimas de los sitios de 1808-1809, situado en la plaza Independència.

Sin embargo, parece que inicialmente Parera realizó esta escultura por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza y que la figura en él representada es el general Palafox y no Álvarez de Castro. Por lo que sea, la capital aragonesa se desdijo del encargo y Parera la vendió a Ferran Puig, quien la donó a Girona en 1894 cambiando la dedicación. Una muestra de globalización del arte avant la lettre. Eso era en los tiempos en que el arte salía a la calle. Ahora, en Girona, sólo sale, y una vez al año, el kitsch de los adornos florales.

Text facilitat per l’autor i publicat originalment en [Des del Nord · La Vanguardia]
Jaume Fabre és autor, entre altres llibres, de «Girona entre quatre rius» i de la «Guia d’escultures al carrer (Itineraris a peu i amb cotxe)». Editats per l’Ajuntament de Girona

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